lunes, 27 de abril de 2020

SHRADDHÂ: LA FE EN EL CAMINO



 Los Sutras de Patanjali son parte del legado que nos dejan nuestros maestros de Yoga hace miles de años.


Pero… estos legados son universales y traspasan las barreras del tiempo, y se adaptan no solo al Yoga sino a nuestra vida actual y nos ayudan a caminar, siendo un apoyo para la reflexión ante las situaciones de vida en general y más en momentos complicados.

¿Qué queremos decir cuando utilizamos la palabra fé?


A muchos esta palabra nos puede resultar incómoda e incluso difícil de emplear porque durante siglos ciertas tradiciones religiosas la han utilizado como una prueba de fuego espiritual, que separaba a los que tienen fé para ir al cielo y de los que no. Pero, esta es una definicion anticuada.

La fé es ciertamente la práctica de un corazón fuerte y valiente. 

 


 En realidad, la fé no es algo que una persona tiene y otra no, no es un objeto que se pueda valorar ni poseer, es una forma de ser, es una práctica espiritual, una forma de descubrir lo que es verdadero, una forma de aumentar la confianza en nuestra sabiduría interior.


Es un espacio interior en el que nos relacionamos íntimamente con lo que es fuerte y sano en nosotros.

Un espacio interno en dónde podemos escuchar las calladas vocecitas de nuestro corazón y nuestra alma.

Cuando seguimos un camino de fé estamos en conversación íntima con lo más profundo en nuestra mente, en nuestro corazón y espíritu.

La palabra budista SRADDHA literalmente significa “poner el corazón en”.

Implica confianza, claridad y seguridad.

Etimológicamente está emparentada con la palabra latina “cor”, de la que derivan los términos corazón y coraje.

Así pues, la práctica de la fé es ciertamente la práctica de un corazón fuerte y valiente.

“Si es fiel tu corazón te sentirás seguro y no temerás, reposeras tranquilo".

Otra enseñanza budista sobre la fé la encontramos en el concepto ecuanimidad.

 



La ecuanimidad es la capacidad de experimentar los cambios, circunstancias y sentimientos permaneciendo serenos, tranquilos e impasibles.

La imagen que suele usarse con más frecuencia para ilustrar esta cualidad es la montaña.

La montaña está allí cuando brilla el sol, cuando la moja la lluvia, cuando la cubre la nieve y la golpea el rayo. En medio de todo esto, de todas las cambiantes condiciones, la montaña permanece firme, inquebrantable.

Cuando fomentamos la ecuanimidad aprendemos a parecernos más a la montaña, encontramos ese lugar de fuerza y de valor en nuestro interior que nos capacita para soportar las piedras y las flechas de la condición humana sin sentirnos abrumados por el miedo.

Cuando exploramos las prácticas fé, shraddha y ecuanimidad, una cosa queda clara. La verdadera fé nace de la capacidad de confiar en lo que más fundamentalmente verdadero existe nosotros.

Las circunstancias cambiarán, y vendrán y desaparecerán toda clase de cosas agradables o desagradables.
A veces llegará a nuestra vida la alegría y otras recibiremos  enorme dolor y sufrimiento.

Muchas veces sentiremos miedo, pero el objetivo de la fé no es eliminar las circunstancias difíciles.

Cuando inevitablemente se presentan en el camino el dolor y la pérdida, ¿retrocedemos temerosos de ser destruidos o intensificados la confianza en nuestra capacidad innata de resistirlos?

Esa es la única pregunta acerca de la fé. 

¿Podemos encontrar un corazón fuerte y valiente, en un lugar interior de claridad y de integridad en el que podamos poner nuestra confianza y permitir, que el miedo y el dolor simplemente pasen por nosotros?

La fé es una reacción tranquilizadora. 

 

La búsqueda de la fé es la búsqueda de nuestra verdadera naturaleza, del espíritu interior, de la fuerza divina que vive en lo más profundo de nuestro corazón.

Comprender que la verdadera seguridad no es la ausencia de peligro, sino la presencia de un sentimiento de fé que surge del corazón y es alimentado por un espíritu de serenidad, confianza y coraje.


Si buscamos la seguridad dentro de nosotros, entonces nuestra práctica se convierte en peregrinaje hacia el descubrimiento de una fé profunda y eterna en nuestros propios dones, nuestras fuerzas y nuestro espíritu.




Así pues, si la fé refleja la confiaza en la pripia fuerza interior, entonces cuando cultivamos este sentimiento somos capaces de aceptar cualquier cosa que nos suceda.

Aquí os dejo algunos de los sutras relacionados con SRADDHA (la fé) e ISVARA PRANIDANA (la confianza en la vida)

 El SUTRA I. 20, SHRADDHÂ VÎRYA SMRITI SAMÂDHI PRAJNÂ PÛRVAKA ITARESHÂM

Este sutra nos habla de la necesidad de apoyarnos en la fé, en la convicción (para llegar al estado de yoga, de union ).
Nos dice que la fé nos dará la fuerza necesaria para enfocarnos y recorrer el camino hacia la comprensión profunda de la vida, a pesar de las dudas o cualquier tipo de aflicción.

El  SUTRA I 21, TÎURA SAMVEGÂNÂM ÂSÂNNAH


Nos dice que cuanto más fuerte sea la fé, mas podemos sentir y comprender. Cuanto más intensa, más profunda y real sea tanto mas rápido entenderemos el mensaje de la vida.


 Y el SUTRA I.22, MRIDU MADHYA ADHIMÂTRA-TVÂT API TATAH VISHESHAH apunta lo siguiente:



La fé será siempre distinta en cada persona, incluso en la misma persona variará su intensidad dependiendo del momento.


SUTRA I.23, ISHVARA PRANIDHÂNÂD-VÂ



En este sutra Patanjali nos invita a confiar profundamente en la vida. No todo es controlable y existe una fuerza sagrada universal, que decide nuestros pasos. Nosotros solo podemos plantar semillas y confiar, mantener la fé… Pero es la vida la que decide.

Nos invita a reflexionar y a honrar nuestra vida, cultivar nuestros gestos, nuestra palabras y nuestros actos. 

Comprender que la vida tiene sus propias razones y lo ve todo y lo sostiene todo, aunque a vecescuando nuestra fe decae, seamos incapaces de darnos cuenta de que la vida trata de encontrar el equilibrio.

Si somos capaces de ver nuestra inferioridad ante lo divino, ante la energía sagrada y sentir respeto, amor, gratitud  y confianza ante la VIDA,  estaremos adentrandonos en el camino de la devoción (del amor) y nos producirá una profunda liberación, además de alegria y felicidad.

jueves, 9 de abril de 2020

EVITAR EL SUFRIMEINTO VENIDERO: REVISION DEL ALGUNOS SUTRAS DE PATANJALI

“EL SUFRIMIENTO VENIDERO ES EL QUE HAY QUE EVITAR”


¿Cómo ayuda el yoga?

 




Patañjali describe en el segundo capítulo de los Yoga Sûtra, el kriyâ yoga, el ‘yoga de la acción cotidiana’, como la acción que incluimos en nuestro día a día, algo que hacemos
todos los días con nosotros mismos y que inevitablemente revertirá en el bienestar de los
demás. Porque cómo vamos a ser útiles a los demás si hasta muchas veces somos una carga para nosotros mismos, con los klesha (las ‘aflicciones’) a flor de piel, un lastre que nos hace reactivos, con la repetición de los mismos errores, que nos impide avanzar, cambiar y que inevitablemente nos hace sufrir.

Ese kriyâ yoga consta de tres aspectos, tres elementos clave e inseparables:

Tapas: la disciplina, que conlleva la fuerza de la voluntad.

– Svâdhyâya: el auto-conocimiento, la búsqueda interior.

– Îshvara Pranidhâna: confianza en la vida, el abandono de los frutos de la acción, centrarnos en los actos sin esperar recompensa.



Sin disciplina no podemos pretender transformarnos, y el camino del yoga es un camino de transformación.

Patañjali, en el sûtra 20 del primer capítulo, nos habla de shraddhâ, la ‘Fe’ para los que no son yogui de nacimiento.


Patañjali nos dice en los sûtra 13 y 14 del primer capítulo que abhyâsa, la ‘práctica’, es un esfuerzo, pero no cualquier esfuerzo, sino el que te lleva hacia la paz mental, y que esa práctica tiene que ser cotidiana, perseverante, ininterrumpida, respetuosa, con cuidado, con fe.


Asi que,  nuestra practica cotidiana debe ser constante, perseverante, ininterrumpida y respetuosa esforzandonos por sacar tiempo para practicvar  aquellas actividades que nos transmitan paz mental y nos hagan mantener un optimo estado emocional para mantener la fe y la esperanza.




Svâdhyâya es el estudio de uno mismo, el auto conocimiento, un largo proceso.


 

ÎSHVARA PRANIDHÂNA



Îshvara pranidhâna significa, ‘soltar’, ‘abandonar’.

¿He aprendido a soltar?

La nuestra mente en funcion de las experiencias grabadas en su memoria, aparece el miedo a perder el control y no nos permite aflojar y disfrutar de lo que tenemos en cada instante presente.
La mente busca un resultado, se aferra a los objetivos y, si no soltamos, se puede convertir en una tortura para nuestra vida y puede hacer que toda experiencia de disfrute… deje de tener sentido… sin darnos cuenta de que perder esos momentos es perder el alimento que necesita nuestra alma y nuestro corazon.

Los tres aspectos, tapas, svâdhyâya e Îshvara pranidhâna tienen que ir en la misma dirección.

Esta situacion, nos ayuda en el proceso de aprendizaje para soltar todo.

Recorremos el camino con nuestras limitaciones, con nuestras virtudes y defectos, con nuestros altos y bajos.

Todos tenemos un cuerpo frágil que se puede romper en cualquier momento, pero vivimos como si no fuera así.

No nos damos cuenta de esa fragilidad hasta que no sucede algo.

Como he dicho más arriba, Patañjali nos dice en el sûtra 16 del segundo capítulo que el sufrimiento venidero es el que hay que evitar.  Asi que deberíamos practicar para prevenir el sufrimiento que está programado en cada acción que emprendemos si la llevamos a cabo cuando las aflicciones están presentes, activos si no somos conscientes. 


Se trata de intentar estar atentos en cada instante de la vida, aprovechardo cada momento,cada momento en la vida es una experiencia, nos demos cuenta o no; todo lo que pensamos, decimos y hacemos son experiencias en nuestro haber.

Patañjali nos dice  “yoga citta vritti nirodhah”, ‘el yoga es el cese de las fluctuaciones de la mente’.


Para eso hacemos yoga, para que nuestra mente llegue a apaciguarse, concentrarse, orientarse,transformarse y que así podamos ver las cosas tal y como son y no como las interpretamos.